
Um Draiga – 19/7/2013 – El rey Juan Carlos I ha perdido una nueva oportunidad para hacerse respetar. Su visita a Marruecos ha formado nuevamente parte del esperpento y el ridículo al que nos tiene acostumbrados últimamente. Nos ha dejado numerosas fotos con el que antes era su primo y ahora ha subido al grado de hermano, Mohamed VI, y con los jefes del ejercito y del aparato represor del reino alauita. ¡Esto es sin duda bastante peor que las fotos con el elefante de Botswana!
Se ha paseado con empresarios por un país con un déficit económico casi tan alto como el de España, amenazado por el FMI con cortarle la financiación y que ha tenido que recibir ayuda de los ricos países del Golfo para salir adelante.
Como analista político tampoco ha estado muy acertado. Ha llegado a decir que Mohamed VI está jugando un papel en la transición democrática de Marruecos similar al que jugó él mismo en la española. No se si la comparación es por lo bueno o por lo malo. ¿Cómo se puede defender y llamar hermano a un represor y violador de los Derechos Humanos del pueblo Saharaui e incluso de su propio pueblo? ¿No ha leído ni le han hablado al rey Juan Carlos de los informes del Relator contra la Tortura, Juan Mendes, del Enviado Personal del Secretario de Naciones Unidas, Cristopher Ross, o el de Amnistia Internacional, o el de Human Rights Watch? Pues en todos ellos lo dice bien clarito: en Marruecos y en los territorios ocupados del Sahara Occidental se violan los derechos humanos ¡todos los días!.
Tampoco parece saber el Rey que su hermano Mohamed VI no deja entrar a la prensa independiente y libre en el Sahara Occidental, ni a los Diputados, ni a los Alcaldes, Concejales o a representantes sociales españoles que queremos visitar a nuestros hermanos saharauis, estos si hermanos de verdad.
Pero no nos engañemos, el Rey Juan Carlos I conoce de primera mano todo lo que ocurre en el Sahara Occidental y nada de lo que allí ocurre le es ajeno desde que en 1975 entregó el Sahara Occidental, hasta entonces territorio español, a su primo Hassan II.
El Rey no tiene problema en fotografiarse con un elefante muerto o con un violador de derechos humanos. ¿Qué más tendremos que ver?