“Si al dictamen. No al acuerdo”. Una campaña contra la resignación.

octavilla

Opinión-24-11-2013.

El Pueblo Saharaui se enfrenta de nuevo a la renovación del tratado de pesca de la Unión Europea con Marruecos. Uno de los tratados internacionales que da vía libre al estado ocupante para enriquecerse con los recursos naturales de otros. Tanto activistas como asociaciones han dado la batalla para frenarlo, una vez más. El Observatorio Aragonés para el Sahara Occidental y Um Draiga han participado activamente en la elaboración y desarrollo de una campaña para hacer lobby y lograr que antes de que se vote el nuevo acuerdo, el Tribunal Europeo de Justicia emita un dictamen que explicite la legalidad o ilegalidad del mismo.

Zaragoza, 23 de noviembre de 2013.- Es difícil describir algo que está por suceder. El próximo 9 de diciembre el Parlamento Europeo sentenciará, de una manera u otra, el destino inmediato del Pueblo Saharaui. En este momento, cuando el orden del día lo dicte, 754 cerebros se pondrán en marcha y procesarán información, sentimientos y órdenes para pulsar un botón… u otro. Hoy, 23 de noviembre, estamos en ese claro en el tiempo en el que aún cabe un rayo de esperanza. Todavía no está nada escrito. Y es por eso que hay margen para la acción.

El Pueblo Saharaui, junto con el movimiento de solidaridad que le acompaña, tiene claro que la invasión de Marruecos se guía por un objetivo principal: el saqueo de sus recursos naturales. Eso sí, un saqueo maquillado con la megalomanía de los monarcas alauitas y de discursos artificiales que hablan del “Gran Marruecos”.

Cada familia de colonos enviada a Dajla, cada metro del muro de la vergüenza, cada cárcel secreta de la DST tiene su traducción en toneladas de sardina, en toneladas de fosfato, en toneladas de tomates. Se puede traducir en dirhams, en euros.

Es por ello que desde diversos ámbitos se ha decidido cortar de raíz el problema. Una raíz que tiene múltiples ramificaciones, que se introduce en los almacenes, en los despachos, en las conciencias y también en los escaños del Europarlamento.

Repartiendo octavillas

A lo largo de las últimas semanas, diversos activistas por los derechos humanos han visitado la Cámara baja europea. Han mantenido reuniones con grupos políticos y parlamentarios para mostrar los efectos de sus decisiones. Han tratado de “desburocratizar” una decisión que no es de trámite, que tiene consecuencias trágicas que en demasiadas ocasiones traen la tortura, la muerte o la desaparición forzosa.

Pero por si el dolor de un pueblo no consigue conmover la voluntad de diputados y diputadas que, en demasiadas ocasiones está sometida a la disciplina de partido, un grupo de juristas ha decidido dar la pelea en su propio terreno: en el de la burocracia de la Eurocámara.

Cargados con innumerables resoluciones, legislación y normativa internacional, juristas de IAJUWS han acudido a Bruselas y recorrido los grises pasillos tratando de mantener el sentido de voto de aquellos que la última vez tumbaron el acuerdo por motivos económicos y medioambientales, dotándoles de nuevos argumentos. Han mantenido reuniones con los indecisos y han planteado una nueva estrategia para dotar de cierta libertad de conciencia a los parlamentarios: previamente a la votación del nuevo tratado, solicitar un dictamen del Tribunal de Justicia Europeo para certificar la legalidad o no del mismo.

Anzuelo

Ese pequeño y humilde lobby pro saharaui, se ha complementado con visitas de pescadores de los Territorios Ocupados a la capital europea, que cargados de dignidad han narrado su día a día en los puertos saharauis. Les han contado cómo Marruecos les bloquea el acceso al trabajo, cómo se falsean los diarios de abordo que cuantifican las capturas antes de llegar a la lonja, cómo se utilizan técnicas prohibidas que arrasan el fondo marino. Buena prueba de ello la dan las fotos ofrecidas recientemente por Western Sahara Resources Watch, en la que se ven las toneladas de descartes de sardinas pequeñas lanzadas por la borda de los barcos, dejando una estela de sangre inmensa en el mar.

Pero todos estos intentos de influir en una decisión, son pequeños gestos en comparación con el aparato de presión que ha desarrollado Marruecos a lo largo de los 38 años de ocupación. Su lobby ha sabido influir en los dos principales partidos en el Parlamento Europeo: los Populares europeos y los Socialistas-Demócratas.

retiro

En un intento de contrarrestar esta situación, la Coordinadora
Estatal de Asociaciones Solidarias con el Sahara(CEAS Sahara)
está haciendo de altavoz de la campaña “Sí al dictamen. No al acuerdo”.

La asociación aragonesa Um Draiga ha desarrollado un motor de envío de correos automático para que todo aquel que quiera escribir a sus representantes en la Eurocámara pueda hacerlo con sólo un clic. Asociaciones como AISA han repartido pasquines y folletos para animar a la gente a dirigirse a los eurodiputados. Mucha gente se ha esforzado para que esta táctica salga adelante. Hoy, 23 de noviembre, hay margen para la esperanza. Cientos y cientos de correos electrónicos están siendo dirigidos a los ordenadores de quienes tienen que decidir.

LOGO NO AL ACUERDO España
ESCRIBE A LOS 54 EURODIPUTADOS ESPAÑOLES
LOGO NO AL ACUERDO francia
ESCRIBE A LOS 72 EURODIPUTADOS FRANCESES
LOGO NO AL ACUERDO ingles copia

ESCRIBE A LOS 65 EURODIPUTADOS DE UK

Tan sólo con que se reúnan 70 firmas de eurodiputados que apoyen la propuesta de que el Tribunal de Justicia Europeo revise la legalidad del acuerdo se ganará tiempo. Porque perder la esperanza de poder cambiar el curso del destino es fracasar.

El día 9 de diciembre cabe la posibilidad de que todo esto haya sido un espejismo y Marruecos siga saqueando los recursos naturales del Sahara con el beneplácito de Europa. Pero hoy, 23 de noviembre, todavía tiene sentido esta bella frase de Salvador Allende: “La historia es nuestra y la hacen los pueblos”.

38 AÑOS DE LOS ACUERDOS TRIPARTITOS DE MADRID: «NOMBRES PROPIOS EN LA TRAICIÓN AL PUEBLO SAHARAUI»

 Consejo Ministros Franco 3

Durante varios días de noviembre en 1975 se cristalizó uno de los episodios políticos que más vergüenza debería darnos como ciudadanos con nacionalidad española.

14/11/2013 ·Latitud194– por Miguel Muñoz Ortega – El 14 de noviembre de ese año se firmaron en el Palacio de la Zarzuela los llamados Acuerdos Tripartitos de Madrid, una declaración de principios en la que se incluye la retirada española del territorio del Sahara Occidental en menos de un año y la puesta en marcha de una administración temporal llevada a cabo por Marruecos y Mauritania. Además, se incluyeron aspectos económicos en unas actas diferentes, reconociéndose derechos de pesca en las aguas del Sahara a 800 barcos españoles, así como otros derechos en aguas marroquíes. Del mismo modo, España le vendió a Marruecos el 65% de la empresa explotadora de fosfatos, Fos Bucrá, por 5.850 millones de las antiguas pesetas. Este texto supuso “formalmente” la cesión unilateral del territorio, haciendo caso omiso a las directrices de la ONU.

Aún hoy colean, tristemente, las consecuencias de este acuerdo, con la mitad de la población saharaui en unos campamentos de refugiados argelinos y la otra en un territorio ilegalmente ocupado. Unos acuerdos que son ilegales desde el punto de vista del Derecho Internacional. Entre la literatura escrita sobre este acuerdo, destaca sobremanera (y en general sobre todo el origen del conflicto), el libro “La Historia Prohibida del Sahara Español”, escrito por el periodista Tomás Bárbulo. Basándonos principalmente en datos de este libro (cuando no sea así, será citado específicamente), abordamos la cuestión desde el punto de vista nominativo, es decir, desde la perspectiva y actuación de diferentes personajes considerados clave en aquel proceso.

Antonio Carro

En enero de 1974, recién nombrado ministro de Presidencia, se trasladó a El Pardo para consultar a Franco sobre la cuestión del Sahara.  Expuso las presiones de Naciones Unidas y fue encargado por el director para elaborar el proyecto de un estatuto de autonomía para el territorio saharaui que nunca llegó a promulgarse. En una visita a El Aaiún, mientras se organizaba el censo para un referéndum que nunca llegaría a producirse, Carro le manifestó al coronel Emilia Cuevas, “Está muy muy bien (el referéndum). Pero aquí veo un defecto grave. Que tal y como usted lo ha planteado, no hay manera de adulterar el resultado. Mantuvo encuentros en Madrid con representantes del Gobierno de Marruecos y también en Rabat. Allí se desplazó Carro, quien asistió junto al embajador español en la capital marroquí, Martín Gamero, hasta un hotel de Agadir. En la cena, con varios ministros marroquíes, Carro llegó a preguntar directamente, “¿qué pretenden ustedes, la guerra?”. Al día siguiente mantuvo un encuentro con el propio Hassan II en el que el Rey de Marruecos afirmó: “Sólo estoy dispuesto a disolver la Marcha Verde si antes ustedes me entregan el Sahara”. “No estoy autorizado para dar la garantía que pide Su Majestad”, contestó Carro. A pesar de que Carro argumentó las dificultades para abandonar unilateralmente el territorio, sobre todo de cara a la opinión pública, Hassan II insistió.

Carro fue el encargado de redactar la carta pidiendo al Rey de Marruecos que parara la Marcha Verde a cambio de abrir negociaciones para el abandono del territorio.

Al llegar esa misma noche al hotel redactó una carta pidiéndole que retirara la Marcha Verde a cambio de abrir negociaciones tripartitas con Marruecos y Mauritania. Carta, que leyó por teléfono a Arias Navarro, presidente del Gobierno durante la enfermedad de Franco. Cinco horas después, una vez recibido el consentimiento, Carro se trasladó al Palacio Real, le entregó la carta a Hassan II. “De acuerdo, deme la carta, mañana anunciaré por radio el fin de la Marcha”.  Fue uno de los firmantes de los Acuerdos de Madrid el 14 de noviembre y el encargado de pronunciarlo ante las Cortes el día 18. Posteriormente, en marzo de 1978 declararía en las Cortes, entre otras cosas, que “Fue preciso en todo momento evitar cualquier riesgo de guerra” y que básicamente no había otra solución.

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¿QUÉ HACE FRANCIA EN MALI?

LMd

Por Ignacio Ramonet

Le Monde Diplomatique

El año 2013 ha comenzado, en Francia y en la región del Sahel, al son de los cañones. El 11 de enero, el presidente François Hollande, envió urgentemente a Malí un cuerpo expedicionario para detener un ofensiva yihadista que amenazaba con abalanzarse sobre Bamako. De manera simultánea, en Somalia, las fuerzas especiales francesas lanzaban una operación para intentar rescatar a un agente secreto tomado como rehén desde hacía tres años por las milicias islamistas shabab, que terminó en fiasco. Unos días más tarde, cerca de la ciudad argelina de In Amenas, en la frontera con Libia, un comando salafista ocupaba un complejo gasístico y ejecutaba a varias decenas de extranjeros antes de que Ejército argelino lo aniquilara.

De un extremo al otro, repentinamente, el Sahara está ardiendo. ¿Cuáles son las causas de tal situación? En primer lugar se halla la reivindicación nacionalista tuareg. Los tuaregs, u “hombres azules”, no son ni árabes ni bereberes. Son los habitante históricos del Sahara, del que controlan, desde hace miles de años, las rutas caravaneras. Pero el reparto entre las potencias coloniales fragmentó su territorio a finales del siglo XIX. Y cuando las independencias, en los años 1960, los nuevos Estados saharauis les negaron el reconocimiento, aunque sólo fuera el de una autonomía territorial.

Razón por la cual, concretamente en el norte de Malí (denominado Azawad por los tuaregs) y en Níger, los dos países donde se sitúan las principales comunidades tuaregs, aparecieron muy pronto movimientos armados de reivindicación nacional. Se produjeron grandes rebeliones tuaregs en 1960-1962, después en 1990-1995, en 2006 y de nuevo en 2007. En cada ocasión, conducidas por los Ejércitos maliense y nigerino, las represiones fueron feroces. Huyendo de las masacres, numerosos combatientes tuaregs se enrolaron entonces, en Libia, en el seno de la Legión tuareg del coronel Muamar el Gadafi…

La segunda causa de la situación actual se encuentra en la guerra civil argelina de principios de los años 1990. Tras la anulación de las elecciones de diciembre de 1991, virtualmente ganadas por los islamistas del Frente Islámico de Salvación (FIS), esta guerra vio enfrentarse a las Fuerzas Armadas argelinas contra los insurgentes del Grupo Islámico Armado (GIA). Una organización muy aguerrida en la que había numerosos combatientes que volvían de Afganistán –Ronald Reagan los calificó de “Freedom fighters”– donde, junto a los muyaidines, habían hecho la guerra a los soviéticos con el apoyo de Estados Unidos… El conflicto argelino costó la vida a unas 100.000 personas. Terminó con la victoria de las autoridades argelinas y la rendición de las guerrillas islamistas. Sin embargo, una fracción disidente, el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC), decidió proseguir la lucha armada. Acosado por las fuerzas argelinas, buscó entonces refugio en la inmensidad del Sahara, prestó lealtad a Osama Ben Laden y a Al Qaeda en 2007, y adquirió el nombre de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI). Sus principales acciones consisten, desde entonces, en secuestrar a extranjeros a cambio de importantes rescates. Su terreno de caza se sitúa en el Sahel, región árida y semidesértica que se extiende desde Senegal hasta Chad, pasando por Mauritania, Malí, Burkina Faso y Níger. De hecho, fue una katiba (brigada) del grupo Al Muwakaún Bidam (“los que firman con su sangre”), fundado por un ex-dirigente de AQMI, el argelino Mojtar Belmojtar, alias “el Tuerto”, quien atacó el complejo gasístico de In Amenas y asesinó a decenas de extranjeros.

Por último, la tercera causa es el ataque de las fuerzas de la OTAN contra Libia, en 2011, y el derrocamiento del coronel Gadafi. Para conseguir este objetivo, Francia y sus aliados (en concreto Qatar) no dudaron en armar a los movimientos islamistas hostiles a Gadafi. Movimientos que obtuvieron la victoria sobre el terreno. Con tres consecuencias: 1/ el desmoronamiento y la descomposición del Estado libio, que sigue siendo presa, hoy en día, de las luchas mortíferas entre provincias, milicias y clanes; 2/ la distribución del arsenal militar de Gadafi entre los movimientos yihadistas del conjunto del Sahel; 3/ la vuelta a Malí de una parte de la Legión tuareg sobrearmada y entrenada.

También hay que tener en cuenta el telón de fondo socioeconómico. Malí, al igual que los demás países del Sahel, figura entre los Estados más pobres del mundo. La mayoría de su población vive de la agricultura. Durante estos últimos años, las reducciones de las ayudas al desarrollo decididas por los países ricos han afectado particularmente al país. Su principal producción, el algodón, se derrumbó a causa de las políticas de dumping que practica el primer exportador mundial, Estados Unidos, así como por las sequías que sufre de manera regular el Sahel a causa del calentamiento global. Por otra parte, las políticas neoliberales y las privatizaciones impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) han conducido a la reducción de los presupuestos sociales destinados a educación y sanidad. La pobreza y el malestar social se han agravado. Esto ha presionado particularmente a una parte de los jóvenes a buscar una vía de salvación en la emigración, mientras que otros, ante tanta angustia social, son más sensibles a las llamadas de los salafistas que les ofrecen, sin mayor dificultad, armas, poder y dinero.

Este es el contexto que hallaron los tuaregs de la antigua Legión de Gadafi a su retorno al norte de Malí provenientes de Libia. Por eso no tuvieron dificultades para reclutar. Y decidieron integrarse en el Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad (MNLA). De enero a abril de 2012, lanzaron ataques contra las guarniciones malienses de las principales ciudades de la región (Tombuctú, Gao y Kidal). Mal equipado, el Ejército maliense se descompuso y se batió en retirada. Humillados y exasperados por el abandono del Gobierno, un grupo de jóvenes oficiales dirigidos por el capitán Sanogo se sublevaron. Tomaron el poder en Bamako el 22 de marzo de 2012. Pero, boicoteados por los países vecinos y las grandes cancillerías internacionales, estos golpistas se mostraron incapaces de enderezar la situación. De hecho, Malí, como Estado, se desmoronó.

Mientras tanto, en el norte de Malí, el MNLA proclamaba la “independencia” de Azawad y se aliaba con dos organizaciones islamistas radicales –provenientes de AQMI– que preconizaban la instauración de la sharia: el grupo salafista Ançar Dine y el Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental (MUYAO). Estas dos organizaciones –que disponen de muchos más medios financieros gracias a la ayuda que les aportaría Qatar (1), a los rescates pagados (entre otros por España) a cambio de rehenes occidentales y tráficos diversos (droga, contrabando)– terminaron por apartar a los tuaregs del MNLA.

Naciones Unidas condenó la secesión de Azawad, pero se movilizó con demasiada lentitud. Hubo que esperar al 20 de diciembre de 2012 para que, a petición de Francia, la ONU decidiera finalmente crear la Misión Internacional de Apoyo a Malí bajo Liderato Africano (AFISMA, por sus siglas en inglés), la cual se ha confiado a los países de la Comunidad Económica de Estados de África del Oeste (CEDEAO, por sus siglas en francés), que deberá “reconstituir la capacidad de las Fuerzas Armadas malienses” para recuperar el control del norte de Malí. Francia aseguró que sostendría este proyecto, pero François Hollande se comprometió a no enviar tropas: “Soy terminante –declaró el presidente francés–, no tendremos tropas de tierra” (2). Por su parte, los representantes de las fuerzas políticas, sociales y religiosas de Malí, reunidos en Uagadugú (Burkina Faso) para entablar conversaciones sobre el futuro de su país, se opusieron a la intervención de fuerzas militares de la CEDEAO. De todas formas, una eventual reactivación de la reconquista militar del norte de Malí no estaba prevista antes de septiembre de 2013… Este dato no escapa a los salafistas de Ançar Dine. No sólo son, sobre el terreno, los más fuertes, sino que tienen ahora la certeza de que nadie los atacará en los próximos nueve meses. Así pues, deciden aprovechar la oportunidad. Y lanzan una operación de una temeraria audacia. Varios miles de ellos, poderosamente armados, a bordo de unas 300 furgonetas pick-up, se abalanzan por sorpresa, el 9 de enero de 2013, sobre la ciudad de Konna, cerrojo estratégico en el camino hacia Bamako. Vencen al Ejército maliense, que se bate en retirada dejándoles el campo libre hacia la ciudad de Mopti. Y, sobre todo, hacia el cuartel general de operaciones del Ejército de Malí que se halla instalado en el aeropuerto de Sevaré, el único donde pueden aterrizar aviones de gran capacidad, indispensables para una eventual reconquista del norte.

Ahí es cuando Francia, sin esperar la llamada de auxilio del presidente interino maliense Dioncunda Traoré, decide intervenir. François Hollande ordena que las tropas de elite del Ejército francés situadas previamente en Níger intervengan inmediatamente. Transportadas en aviones Transall C-160 y apoyadas por helicópteros de combate, estas tropas atacan inmediatamente a las columnas islamistas y detienen en seco su avance hacia Mopti y Bamako.

Así comienza la operación Serval, con la participación de unos 2.500 soldados franceses calurosamente acogidos por una gran parte de la población maliense. El objetivo declarado de esta operación ha evolucionado a lo largo de los días. Antes de su puesta en marcha, François Hollande afirmaba, tal y como vimos, que Francia no intervendría “en ningún caso” (3). Al haber intervenido finalmente desde el 11 de enero, el presidente minimizó el alcance de la operación explicando que se trataba “esencialmente de bloquear la progresión hacia el sur de terroristas criminales” y, factor determinante, de “proteger a los aproximadamente 6.000 residentes franceses en Malí”. Pero después, el 18 de enero, François Hollande reconoció una intención mucho más ambiciosa: darse “el tiempo necesario para que el terrorismo sea vencido en esta parte de África”. Por último, el 20 de enero, el ministro francés de Defensa admitió claramente: “El objetivo es la reconquista total de Malí” (4).

En realidad, los verdaderos objetivos de Francia permanecen confusos. En efecto, París ha explicado que la operación Serval no hace sino responder a una llamada de ayuda por parte de Bamako. Pero, dado que el Gobierno maliense procede de un golpe de Estado, su legitimidad para requerir ayuda es discutible (5).

El otro argumento es que los salafistas de Ançar Dine aplican la sharia en Tombuctú, destruyen monumentos antiguos y “cortan manos”. Y que eso es “intolerable”. Cierto. Pero, cuando los salafistas se comportan de ese modo simplemente obedecen a la doctrina wahabí que el “gran aliado de Occidente”, Arabia Saudí, difunde, con la ayuda de Qatar –país igualmente wahabí–, en el conjunto del mundo musulmán, y particularmente en el Sahel, a golpe de millones de euros… Sin embargo, Francia tiene las mejores relaciones del mundo con Arabia Saudí y Qatar, que incluso son sus aliados actualmente en Siria para apoyar a los insurgentes islamistas y salafistas…

París no dice palabra de otros dos argumentos que probablemente hayan contado a la hora de activar la operación Serval. Uno es económico y estratégico: el control duradero de Azawad por organizaciones salafistas habría entrañado, en mayor o menor plazo, una ofensiva sobre el norte de Níger, donde se hallan las principales reservas de uranio explotadas por la empresa gala Areva y de las cuales depende todo el sistema nuclear civil de Francia. París no puede permitirlo.

El otro es geopolítico: cuando, por primera vez en la historia, Alemania domina Europa y la dirige con mano de hierro, Francia, al exhibir su fuerza en Malí, quiere mostrar que continúa siendo, por su parte, la primera potencia militar europea. Y que hay que contar con ella.

Notas:

(1) Léase el artículo “Notre ami’ du Qatar’ finance les islamistes du Malí”, Le Canard enchaîné, París, 6 de junio de 2012. Léase asimismo: Ségolène Allemandou, “Le Qatar a-t-il des intérêts au Mali?”, France 24, París, 21 de enero de 2013 www.france24.com/ fr/20130121-qatar-nord-mali-groupes-islamistes

(2) Entrevista con François Soudan, Jeune Afrique, París, 22 de octubre de 2012. http://www.jeuneafrique.com/Article/JA2701p010-011.xml1/

(3) Cf. France Info, 13 de noviembre de 2012. http://www.franceinfo.fr/economie/les-principales-declarations-de-la-conference-de-presse-de-francois-hollande-801247-2012-11-13

(4) Declaraciones de Jean-Yves Le Drian, 19 de enero de 2013, en la emisión televisiva “C politique” de la cadena France 5.

(5) Cf. Le Monde, París, 23 de enero de 2013.

Texto completo: http://www.monde-diplomatique.es/?url=editorial/0000856412872168186811102294251000/editorial/?articulo=e50c81aa-a40c-4ce9-b9cc-c8e93c649275

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